¡Cristo vive y te quiere vivo!,(cf. CV1)
Esta proclama con la que comenzó la exhortación postsinodal el papa Francisco en 2019, sirve para expresar la razón profunda de la renovación que estamos desarrollando: el deseo profundo de nuestra Iglesia de presentar a los jóvenes de nuestra época aquella verdad nuclear que le ha dado sentido a nuestras vidas.
El deseo del anuncio sigue vivo en nuestra Iglesia y ha acompañado los procesos anteriores de pastoral juvenil. Esa búsqueda evangelizadora hoy requiere encontrar nuevos caminos para que el anuncio de Jesucristo encuentre espacio en la vida de nuestros jóvenes. Ahí estriba la inspiración del cambio.
Desde el punto de vista de la vida de los jóvenes, los caminos de los que hablamos requieren adaptarse a una diversidad compleja, con realidades sociales difíciles, formas familiares cambiantes y nuevos lenguajes en los que habitan. Por ello, nuestras aproximaciones a los distintos tipos de realidades juveniles, debe buscar sintonizar tanto con los procesos evolutivos de cada joven, así como con una metodología que busque ser atractiva, pero que no implique claudicar su identidad cristiano católica.
Todo esto llevó a la Vicaría de la Esperanza Joven, VEJ, a recorrer un proceso de renovación que lleva cinco años y que entra en sus etapas finales. Como veremos en los próximos puntos, no se trata de innovar a formas totalmente inéditas, sino buscar en las propias prácticas que la Iglesia ha aprendido desde sus orígenes, los caminos más apropiados. En este sentido, hablaremos de un itinerario de iniciación cristiana, de kerigma, de catequesis, entre otros aspectos que implican una renovación, pero también un retorno a los aprendizajes que el Espíritu ha suscitado en la Iglesia, incluyendo los desarrollos que ha emprendido la Vicaría en las últimas décadas.
“Sí, Cristo Vive y te quiere vivo” lo que manifiesta el título de la última exhortación del Papa Francisco "Christus Vivit", dirigida a los jóvenes.
Se trata de una certeza que debe ser recordada con frecuencia, porque existe el riesgo de tomar a Jesucristo sólo como un buen ejemplo del pasado, como un recuerdo.
La pastoral juvenil debe buscar métodos para presentar con profundidad esta convicción, basada en que es Cristo vivo quien nos llena con su gracia, nos libera, nos transforma, nos sana y nos consuela. Es Cristo resucitado, lleno de vitalidad sobrenatural, vestido de infinita luz quien da sentido a la actividad pastoral. Por eso decía san Pablo: «Si Cristo no resucitó vana es la fe de ustedes»(1 Co 15,17).
Si Él vive, entonces sí podrá estar presente en la vida, en cada momento. Así no habrá nunca más soledad ni abandono. "Cristo vive en los jóvenes", "Cristo vive en la familia", "Cristo vive en la ciudad", "Cristo vive en los pobres", "Cristo vive en la escuela", "Cristo vive y te quiere vivo". Aunque todos se vayan Él estará, tal como lo prometió: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo»(Mt 28,20). Él lo llena todo con su presencia invisible, y donde vayas te estará esperando. Porque Él no sólo vino, sino que viene y seguirá viniendo cada día para invitarte a caminar hacia un horizonte siempre nuevo (CV 124- 125).
En fin, “Cristo Vive”, es una proclamación de fe en medio de nuestra sociedad, que toma la forma de un grito de esperanza. La Iglesia de Santiago busca que este anuncio sea acogido y, mediante un itinerario de iniciación cristiana, haga eco en la vida de los jóvenes.
“Favorecer la experiencia de encuentro de los jóvenes con Jesucristo desde un proceso de iniciación cristiana y de crecimiento de la fe en la Iglesia, para que sean testimonio del Evangelio y del amor de Dios en medio del mundo”.
Lo que implica este objetivo en cuatro conceptos:
• “Favorecer” quiere expresar la idea pastoral-educativa de que se trata de un proceso que no agota todas las instancias que cada comunidad quiera ofrecer a los jóvenes. Por ello mismo, es una propuesta que se presenta, tanto a las unidades pastorales, como a los propios jóvenes, como un subsidio o un instrumento, en medio de otros caminos propios de la pastoral juvenil.
Esta disposición humilde reconoce también la autonomía de cada interlocutor del proceso, que es invitado a establecer una relación creciente con Jesucristo y la comunidad, pero que no puede ser forzado, sino que deberá emplear sus propias fuerzas para acoger lo que el Espíritu Santo le proponga, con la colaboración de los agentes pastorales involucrados.
• “Encuentro con Jesucristo”, como principal búsqueda del plan, explica que el camino de fe que se propone es un itinerario de relación personal con el Señor de la vida. Que sea personal, significa que involucra las características y potencias de cada joven, pero también, que se trata de una vinculación con un ser personal y su predicación en la Iglesia, y no con una idea ni un conjunto meramente doctrinal. En este sentido, Jesús, descrito y proclamado en los Evangelios tiene un rol preponderante, así como la vivencia comunitaria y las respuestas de sentido que son tan necesarias en las edades juveniles.
• Por “Iniciación cristiana” asumimos que cada persona que se encamina en la fe, recorre un camino gradual, que cuando es bien encaminado, va avanzando en profundidad y cercanía, con Dios y los hermanos. Se trata entonces, de una catequesis que no sólo guía un proceso de aprendizaje cognoscitivo, sino que orienta e introduce en una conversión a la vida en Cristo.
Esta vida implica conversión, introducción a la comunidad eclesial y progresivo compromiso de la vivencia y testimonio de lo que se cree.
Una vez más, los agentes pastorales, las familias, padrinos y comunidades, son colaboradores de una relación personal originada en el amor de Dios y aceptada en el corazón de cada creyente, cuyos derroteros sobrepasan la propia acción pastoral.
• “En la fe de la Iglesia” es un marco tanto existencial como doctrinal. Se trata de que los grupos de catequesis juvenil anunciarán con gozo lo que la Iglesia ha aprendido e interpretado a la luz de la inspiración divina del Espíritu Santo. Esto implica que no se enseña a un Jesucristo alejado de la Iglesia, ni se hace una catequesis experiencial desarraigada de la fe eclesial. Con esto se quiere hacer frente a las desviaciones que se pueden producir en la actualidad cuando, por un afán de apertura al mundo, se descontextualiza el anuncio y se lo priva de su eclesialidad.
• “Testimonio” y “mundo” significan que, como camino de iniciación, quiere producir una proyección extrovertida de lo que se experimenta en cada comunidad. Es decir, queremos que cada comunidad de catequesis sea un lugar donde los participantes adquieran competencias para la vida y puedan anunciar con palabras y obras lo que han visto y oído.
Entendemos, por su parte, que el mundo ofrecerá resistencias a su testimonio vital pero también oportunidades. En este punto, el itinerario desea ayudar a que los jóvenes se abran a una postura crítica, dialogante y sin complejos frente la sociedad del cambio de época, para que no se cierren en posturas
A partir del modo de Jesús, ofrecemos los siguientes principios orientadores para el desarrollo de este camino de evangelización para jóvenes:
• Facilitar el anuncio del Kerigma para que los jóvenes se encuentren con Jesucristo
• Propiciar el conocimiento de la fe en Jesucristo
• Favorecer la experiencia del amor de Dios entre unos a otros y desde el servicio a los hermanos
• Animar a seguir y caminar con Jesucristo desde la vida comunitaria
• Celebrar la fe en Jesucristo desde la vida litúrgica y sacramental de la Iglesia
• Acompañar a los jóvenes en el discernimiento de su vocación
• Comprometerse con la evangelización de los jóvenes desde la promoción de ambientes sanos y seguros
• Atentos a la psicología evolutiva de los jóvenes
• Animar en la vocación del discipulado misionero en la Iglesia y el mundo
Frente a esta serie de orientaciones que hemos querido asumir y llevar a cabo, es importante hacer una mención: todas y cada una de ellas son necesarias de cultivar en el corazón de los jóvenes. Cada una de estas se reclaman mutuamente realizando, a su modo, la finalidad de este proceso de iniciación catequético, de ahí que ninguna sea más importante que la otra; ya que se enriquecen, implican y desarrollan conjuntamente, conduciendo la vida de los jóvenes hacia la maduración de su fe y vida cristiana.
Para profundizar en cada principio orientador, te invitamos a revisar el Marco Teórico del Itinerario.
Porque se toma la característica cíclica del año litúrgico como una posibilidad de generar un camino en el cual cada grupo avance de la mano con la evangelización de la Iglesia.
Se asume con esto que la evangelización es un proceso por el que la Iglesia, movida por el Espíritu Santo, anuncia y difunde el Evangelio a todo el mundo, y como tal, se lleva a cabo a través de etapas y momentos esenciales.
Por lo anterior, se ha optado por asumir la distribución en tres años (A-B-C) como elemento esencial, donde los evangelios de cada domingo marcan la temática, el objetivo, el contenido y la metodología.
Todo esto busca desarrollar una educación de la fe (y experiencia), que además de ser procesual e integral, esté en permanente diálogo con lo que la propia Iglesia está viviendo y celebrando; y al mismo tiempo, el carácter cíclico, permite a los jóvenes ir adentrándose paso a paso en el misterio de la fe, viendo un mismo contenido más de una vez desde distintas perspectivas.
Previo al discernimiento de la comunidad cristiana, considerando las razones pastorales y siguiendo las indicaciones de las orientaciones para la pastoral sacramental, la edad ideal para comenzar o dar inicio al proceso de la Catequesis de Iniciación Cristiana para Jóvenes es en torno a los 15 años.
El Itinerario, al tener como eje el Año litúrgico, está articulado de tal manera que pueda ser desarrollado en tres años, proponiendo un encuentro semanal.
Esta disposición ideal debe ser comprendida y adaptada por cada unidad pastoral, lo que implica tres aspectos:
Primero: El itinerario puede ser comenzado en el momento del año en que se estime oportuno.
Segundo: Que cada unidad pastoral pueda acortar o prolongar los tres años.
Tercero: Que se deben considerar los períodos de vacaciones y recesos. Para todos estos habrá material disponible, aunque no los vayan a ocupar.
Proponemos que la celebración de los sacramentos de Inciación Cristiana (Bautismo, Eucaristía y Confirmación), se pueda celebrar a la mitad del proceso del Itinerario, alrededor de un año y medio de haber comenzado, idealmente siempre en torno a la celebración de Pentecostés.
Los encuentros consideran dos momentos, el primero dedicado a los catequistas, a su preparación personal y el segundo dedicado a la estructura metodológica de los encuentros:
Preparando el Encuentro
Desarrollo del Encuentro
A continuación te presentamos la estructura de cada momento:
Preparando el Encuentro Los elementos que la integran son:
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Desarrollo del Encuentro
* Dependiendo del encuentro, el momento de la experiencia y del anuncio pueden intercambiar su orden. |
Los encuentros están pensados para ser desarrollados en un tiempo de una hora y media aproximadamente (dos horas pedagógicas, es decir 90 minutos), dependiendo de la realidad de la comunidad y las adaptaciones que se puedan realizar en beneficio de esta.
Existen diversas posibilidades. En todo caso es imprescindible considerar lo que sucede en cada contexto, en la propia vida de la comunidad.
Una alternativa puede ser comenzar junto con el año litúrgico, pero esto no siempre calza bien con el calendario civil en Chile.
Una propuesta más posible es comenzar en el tiempo de Pascua, como sucede habitualmente.
Sin embargo, el diseño del proyecto permite que cada comunidad pueda realizar un discernimiento pastoral, que considere diferentes factores, para realizar la programación.
La comunidad cristiana es la primera llamada a buscar y pensar las diferentes herramientas para salir al encuentro de los jóvenes, siendo una iglesia en salida.
Para complementar estas estrategias se ofrece un instrumento cuyo propósito es impulsar la espiritualidad misionera de la comunidad parroquial, y especialmente la de los jóvenes que ya son parte de ella. Este material se llama: Manual Misionero: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mt 28,19).
El manual propone una experiencia que invita a prepararse para salir y “ser anunciadores de Jesucristo con creatividad y audacia en todos los lugares” (DA, p.29), para que muchos más jóvenes se entusiasmen a vivir la experiencia de encuentro y fe en Jesús desde un camino atractivo y novedoso, reflejando una pastoral que se involucra y busca hacerse parte de la historia de vida de cada joven y de todo lo que ella involucra: familia, amigos, estudios, trabajo, etc.
Existe una relación profunda entre ambos, porque el texto bíblico del Evangelio dominical es el eje central de cada encuentro del itinerario. Por ello, los misterios de la fe que se profundizan en cada encuentro, se celebran y se hacen vida en la Eucaristía.
En la Iglesia hay variedad de miembros y de ministerios. En esta diversidad en que la Iglesia lleva a cabo su misión evangelizadora, se encuentra el ministerio de los catequistas, que ocupa un lugar relevante e indispensable para el crecimiento de la fe, siendo una vocación específica, que tiene su raíz en la vocación común del pueblo de Dios, en virtud del bautismo (Cf. DC, 110).
En esta línea, el joven catequista, es aquel discípulo que, desde la experiencia de encuentro con Cristo e impulsado por la acción del Espíritu Santo, se adhiere y realiza la misión evangelizadora (Mt 28, 19-20) de la Iglesia. Dentro del mundo juvenil es aquel joven que cumple el servicio de animar y contribuir en la madurez de la fe de otros jóvenes, en su iniciación a la vida cristiana, en distintos ambientes, tales como la parroquia, el movimiento y la escuela.
La evangelización que realiza el joven catequista a otros jóvenes (Cf. CV 219) es muy significativa ya que, al vivir la misma forma de vida que aquellos a quienes catequizan, tienen una especial sensibilidad para encarnar el Evangelio en la vida concreta (Cf. DC 249).
La Iglesia, por lo tanto, espera que el joven catequista posea características esenciales y fundamentales propicias para ayudar en la evangelización de otros jóvenes: Que viva la experiencia de encuentro con Cristo en la cotidianeidad y que comprenda los fundamentos de la revelación que lo invitan a una vida coherente con el evangelio; que posea una espiritualidad viva y madura fortalecida en la oración; que nutra su fe en la vida comunitaria y en la vivencia de los sacramentos, especialmente en la celebración de la Eucaristía; y que valore y experimente su vida cristiana a través de un constante discernimiento para llevar a cabo el proyecto de Dios en su vida. Estas características obligan a que la elección de los agentes pastorales no sea precipitada, sino que sea llevada a cabo por cada comunidad encabezada por su párroco y se enfoque en jóvenes maduros que asuman el llamado por tiempos prolongados.
La formación de los catequistas se realizará en distintas instancias durante el año, una de ellas es el Programa de Formación para Catequistas, Animadores de la Esperanza (AES), que entrega una formación integral para los nuevos catequistas. Junto a lo anterior se realizarán cursos que capacitan en la implementación del Itinerario Cristo Vive, impartidos por la Vicaría de la Esperanza, ya sea a nivel Arquidiocesano o en las diferentes zonas pastorales.
Las celebraciones que se proponen desarrollar a lo largo del proceso son las siguientes:
• Entrega de la Palabra de Dios (Evangelios)
• Entrega del Credo
• Entrega del Padre Nuestro
• Celebración Penitencial (liturgia penitencial)
• La celebración de los sacramentos de iniciación
Encontrarás el desarrollo de las celebraciones en la web del itinerario.
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