Testimonios

Hola! Soy la Hermana Gloria Gladys Macuri Rojas. Nací en la ciudad de Huancayo Departamento de Junín PERU, pertenezco a la Congregación HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA. Estoy realizando mi misión, con pacientes psiquiátricos en la clínica del Carmen en Santiago – chile.

Estudié en un colegio estatal en la  ciudad  de  Cerro  de Pasco,  donde al  curso  de  religión  no  se  le  daba  mucha  importancia, en cambio sí  nos  hablaban  de  los  grandes  revolucionarios como   Marx,  Lenin  y  Che Guevara,  porque  algunos  miembros  del  sendero  luminoso  estaban  infiltrados  en  los  colegios. Estudié la carrera de Contabilidad, pero me sentía inquieta, vacía y con muchos interrogantes. Fue así que me invitaron a unos encuentros vocacionales fue uno de los regalos más especiales de mi vida. En aquellos encuentros experimenté por primera vez el amor de Dios, un amor que nunca antes había sentido igual, con tanta fuerza y tan verdadero, un amor que me impregnaba de alegría, de vida, de color y sólo deseaba seguir recibiendo este regalo de Dios.

Esa llamada que tocaba mi corazón no podía discernirla sola. Encontré a un sacerdote Diocesano que me orientó y me acompañó en mi discernimiento vocacional y comencé a leer mi vida en clave de Historia de la Salvación. Comprendí que en todo lo que me había sucedido en la vida estaba su mano. Mi afortunada experiencia familiar, el colegio, la parroquia, los amigos, la formación, el trabajo, … todo había estado impregnado de Dios y Él  me fue  guiando hasta descubrir que mi vocación era a la  vida religiosa. Fue un tiempo bonito de muchas interrogantes, de  asombro,  de penas, de gozo, de  alegría,  de  miedo  y   de  esperanzas.

Leyendo mi historia personal, dejándome acompañar y creciendo en mi fe he descubierto que ese gran sueño es entregar mi vida por completo   al servicio de los pobres, decidí ingresar a la Congregación, con el deseo de entregarme de manera total con la certeza de que Él nunca falla y que hará realidad el sueño que ha puesto en mí.
Agradezco a las Hermanas  que  me  acompañaron durante mi proceso de formación me  ayudaron  a  descubrir y asimilar vitalmente el modo peculiar de ser y obrar que le corresponde a la  Hermana de  la  Caridad  de  Santa  Ana, me  capacitaron para vivir en  fidelidad  al  evangelio, a la Iglesia, a  mi  Congregación y a los  signos de  los  tiempos.

En cada misión que he  estado  ha  sido una experiencia fantástica,  he  tenido  más  alegría  que  tristeza  he  vivido  momentos  difíciles  pero   convencida de que Dios me los ha ofrecido para crecer. He conocido a mucha gente, he tenido la oportunidad de compartir mucho y de recibir el ciento por uno. Dios me fue conduciendo a trabajar con personas en especial situación de vulnerabilidad, con niños discapacitados, abandonados, huérfanos, con riesgo social, enfermos, drogodependientes…en sus  rostros  descubría  de  manera especial  a  Jesús  pequeño cercano y humano esto hizo  que me  apasionara  más por  la  misión  que  realizo pero  con  más  fuerza.

De los pacientes psiquiátricos cada día aprendo a descubrir unos valores evangélicos como el ser solidarios; el preocuparse por el otro; el saber compartir; el ser detallistas y sobre todo el saber perdonar…Cada uno de estos actos sencillos para mi es una lección interesante para mi vida.
Invito a los jóvenes y las jóvenes que sienten la llamada del Señor, a descubrir la felicidad de dedicar su vida a los demás, de manera especial a los más pobres. Sé feliz haciendo felices a los que te rodean, sintiendo que tu vida tiene sentido. Entra en la experiencia de la solidaridad, del compromiso por los más pobres, del encuentro diario con Él es tanto lo que se recibe… ¡no tengan miedo!  ¡Arriésgate!  ¡Adelante!  Animo a todos los jóvenes a “dar la cara”, a ser testigo de Cristo y su mensaje de amor liberador allí donde se encuentren.

“Ser Madre en Jesús de los Huérfanos”

Soy la Hna. María Florencia de la Cruz (Santillán), Carmelita de Santa Teresa de Jesús, fundación Argentina. Hace 17 años que soy religiosa, oriunda de una pequeña ciudad, Villa del Totoral, Córdoba, Argentina, de familia numerosa, soy la número 7 de ocho hermanos (cinco mujeres y tres varones).

A continuación comparto mi “testimonio vocacional”. Desde siempre el Señor nos llama y se vale de personas, acontecimientos, naturaleza; y recuerdo que todo comenzó desde mi juventud adulta, me encontraba trabajando y estudiando; nada de Iglesia, ni grupos de oración ni nada por el estilo. A mi mamá se le “ocurrió” invitar a unos seminaristas que andaban misionando en el pueblo y recuerdo que nos dijo a mi hermana y a mí: “invité a unos seminaristas que andan misionando, vienen a la tarde y espero que estén”… Ellos nos invitaron a participar de un encuentro de jóvenes, les dijimos que sí. Imagínense mi mamá feliz. Se fueron los seminaristas y nos miramos con mi hermana y le dije: “ni pienso ir”…pasaron los días y llegó el día del encuentro, le dije a mi hermana “cómo no vamos a ir”, “mira vamos, llegamos, los saludamos y nos venimos”; entonces ¡fuimos! Recuerdo que llegamos, vimos a los seminaristas, los saludamos y nos quedamos TODO EL DÍA. A partir de allí integré el grupo de jóvenes, participaba de la liturgia, de oraciones y mi vida iba transformándose. Se organizó un Acantonamiento con 56 jóvenes, yo iba encargada de un grupo de adolescentes, recuerdo que mi servicio era constante, todo el tiempo “ocupada en las cosas de los jóvenes”: desde el compartir hasta lo más doméstico, pasando por momentos de oración y adoración. Termina el acantonamiento, vuelvo a mi casa y al otro día, al despertar “me inunda una paz indescriptible”, podría decir SE PRODUJO EL ENCUENTRO CON JESÚS, SU LLAMADA. Luego mi vida cambió: modos, formas, actitudes y la manera de mirar a todo lo que me rodeaba: familia, momentos compartidos, tarea en el hogar, responsabilidades; comencé a frecuentar la Iglesia y sus celebraciones. Cuando caminaba por las calles de mi pueblo iba pidiendo a Dios por las personas que me encontraba en el camino; iba intercediendo por cada una de ellas, y estando en la Iglesia, pedía por aquellas personas que se encontraban rezando frente a la imagen de la Virgen y/o Santos. Siempre intercedía por ellas. Fue entonces que recurrí a un seminarista del pueblo, le conté lo que me pasaba y él me dijo: “esto es vocacional” y me contactó con un sacerdote, comencé el discernimiento que duró tres años, me preguntó si había pensado en “ser religiosa”; a lo que le contesto que no…Luego de un tiempo de discernimiento, me contacta con las Hnas. Carmelitas de Santa Teresa de Jesús, es decir mi actual familia religiosa…y aquí estoy feliz de continuar intercediendo por todas las personas, formando niños, jóvenes y adultos mediante la Educación Cristiana y la Catequesis, siendo una “madre” para Ellos, en especial de los Pobres, los Huérfanos. Actualmente y desde hace 9 años resido en la Comuna de San Bernardo y estoy a cargo de la Escuela llamada Teresiana de San José, intercediendo por todos los que integramos la Comunidad.

Mi nombre es Elisabeth Ketteler, tengo 32 años y llevo diez años en comunidad. Soy alemana y crecí en una familia muy católica. Esto me ayudó a sentirme parte de la Iglesia desde chica y Dios siempre estuvo presente en mi vida. En la medida que crecía empecé a tener una relación más personal con Dios, ya no de ir simplemente con mi familia a misa y me ayudó mucho descubrir la adoración eucarística como espacio de oración.

Dios nunca dejó de tener importancia para mí, incluso en mis crisis de fe o en momentos de sentirme rebelde. Pero al volverse una especie de dispensador de consuelo poco a poco lo iba integrando a un plan que yo estaba armando para mi futuro. He ahí el riesgo que me acompañó mucho durante el proceso de maduración en la vida cristiana (y que sin duda tiene secuelas hasta hoy); Dios encajó en mis planes ocupando un rol importante, pero no decisivo. Yo decidía todo.

Una de las decisiones más importantes que he tomado en mi vida fue la de hacer un voluntariado en Perú. Después de terminar el colegio me fui a América Latina con un castellano básico, con mucha sed de aventura y un deseo sincero de servir a las personas más necesitadas. Me habían advertido que estar ahí cambia la vida, pero jamás hubiera sospechado cuál será el alcance de este cambio.

Trabajé en varios proyectos solidarios con niños y en un campamento de verano con niños de situaciones muy vulnerables tuve una experiencia muy fuerte de estar en el lugar en el que Dios quería que esté. La experiencia de ser madre de una manera tan diferente de la que yo había proyectado durante toda mi vida me marcó profundamente y pienso que la maternidad espiritual es algo que le da mucho sentido a mi vocación.

En aquel proyecto social tuve una certeza de estar llamada a entregarme enteramente a Dios que nunca se fue de mi conciencia por más que por un tiempo prolongado pretendía que no estaba ahí. Igual tenía que madurar y aprender a rendirme cada vez más frente a la voluntad de Dios. Tras los diez meses que estuve en América Latina volví a Alemania y empecé a estudiar psicología tratando de encajar en una vida que me dejaba muy insatisfecha. Quizás fue justamente este tiempo de intentar vivir una vida que me parecía más “normal” que me hizo valorar la felicidad que significa asumir la propia vocación.

No quería ser fraterna y estuve molesta con Dios por muchos años. Cuando finalmente acepté la invitación de seguir a Cristo en la vida consagrada inicié un proceso de sanación interior y de profundización en el inmenso tesoro de Su Amor que con todos los altos y bajos me ha hecho muy feliz. Estos procesos nunca acaban y en mi día a día como fraterna estoy llamada como todos los cristianos a escuchar la voz de Dios y atreverme a decirle “sí”. Doy fe que eso vale la pena, que no significa que sea fácil, pero nunca hay que subestimar la gracia de Dios que sostiene nuestra respuesta vocacional.

Después de mis años de formación en Inglaterra y Perú empecé a estudiar teología. En el 2018 me mudé a Chile y ya estoy en el último año de la carrera trabajando también como asesora en la Pastoral UC. Doy gracias a Dios por poder servir aquí en la Iglesia chilena y espero poder contribuir a que irradie cada vez más la luz de Cristo en el mundo.

SER TESTIGOS DE JESUCRISTO PRINCIPIO Y ARTÍFICE DE UNIDAD

Soy Emma, religiosa de la Congregación "Hermanas de Cristo", vengo de la Isla Madagascar y vivo en la comuna de la Florida.

Provengo de una familia muy católica, mis abuelos me inculcaron mucho la fe en Dios y los valores cristianos. Cuando era niña participé en el movimiento MEJ y me gustaba mucho, pertenecí también al grupo de "Scout".

Fui alumna del colegio de las "Hermanas de Cristo" en Madagascar, me llamó mucho la atención su trabajo, su hábito y su cruz.  Desde allí despertó en mí la inquietud de ser monjita o hermana profesora como ellas. Cuando salí de su colegio, seguí en contacto con ellas y me invitaron a una jornada vocacional.
Después de un tiempo de discernimiento, decidí entrar a esta congregación, hice el postulantado 2 años, noviciado 2 años e hice mis primeros votos (Obediencia, pobreza y castidad)

Trabajé en el colegio de la congregación "Hermanas de Cristo" en Madagascar haciendo clases y como nuestra Congregación es internacional, me pidieron de venir a Chile. Algo que no esperaba en ese momento pero sabía que tenemos que estar disponibles por nuestra misión. Llegué a Chile tuve que aprender el idioma español, como Madagascar es muy lejos, no tenemos embajada en Chile, no me convalidaron nada de los estudios, así que tuve que empezar todo de nuevo, empezando por regularizar la enseñanza básica y media y luego entré a la universidad.
Ahora, soy profesora de básica con mención en Matemáticas, estudié en la Universidad Silva Henríquez. En este momento trabajo en un colegio como profesora de Religión, lo cual me gusta mucho, me siento contenta.

Siento que ser religiosa no es un obstáculo para tener una profesión y trabajar como todos con un sueldo, al igual que todos necesitamos vivir.

A parte de eso, estoy feliz en la comunidad con mis hermanas, me siento apoyada y es la familia que yo elegí. Tenemos nuestros quehaceres comunitarios y nuestro proyecto de vida como consagradas que también hay que darle tiempo y es muy importante.

Hace años, acompaño la pastoral juvenil y la catequesis familiar en distintas áreas y parroquias, actividades que también me hacen feliz y lo hago con mucho gusto. Como nuestro carisma es: SER TESTIGOS DE JESUCRISTO PRINCIPIO Y ARTÍFICE DE UNIDAD. Y del mismo movimiento nos introduce en el corazón del PROYECTO DEL PADRE: “Recapitular todas las cosas en CRISTO, las de los cielos y las de la tierra.”

Muchas gracias

Hermana Marie Emma Espérance

www.hermanasdecristo.org
www.soeursduchrist.fr

“FE, FRATERNIDAD Y SERVICIO” Testimonio vocacional Hno. Junior Schnorrenberger, Hermanos de la Salle, Brasil – Chile.

Empecé mi caminar vocacional desde el instante en que entré en contacto con mi vida de Fe, tanto a nivel personal como comunitaria. Tuve la suerte de vivenciar experiencias enriquecedoras, gracias a mi familia y el contacto con el Padre Arthur, quien durante mi infancia y adolescencia visitaba nuestra casa.

Desde aquel entonces me gustaba participar de distintas actividades pastorales: Catequesis de Primera Comunión, Grupos de Jóvenes y Confirmación.  Además, participé de manera activa en una radio parroquial de mi ciudad,  guiando  también  momentos  de oración y reflexión, entre otros.

Un cierto día, un  Hermano  de  La  Salle  pasó  por  mi  Colegio,  invitándonos  a realizar  una  experiencia  diferente.  Me encantó la propuesta de participar de  encuentros junto a otros jóvenes que también sentían que Dios les pedía ayudar a personas de muchos y distintos modos.

Una  vez  iniciada  mi  etapa  de  formación,  comprendí  que  Dios  me  pedía  que,  a través de la educación, intentara transformar la vida de niños y jóvenes.
Hoy mi  respuesta,  ya  madurada,  se  basa  en  el  equilibrio  de  los  tres  principios:  fe, fraternidad y servicio, con el apoyo de la Comunidad Religiosa y Educativa.

Hno. Junior Schnorrenberger
Responsable por la Pastoral Juvenil y Vocacional de Chile
Distrito La Salle Brasil-Chile
Correo para contacto: pastoral.chile@lasalle.cl

Testimonio sobre Retiro para jóvenes en la Ruta Vocacional

La participación en los mensuales que ha impartido la Pastoral Vocacional, me ha ayudado en los pequeños pasos que he ido dando en la fe. Agradezco a Dios estos encuentros con otras personas que también están en este camino, pues es el Señor quien nos habla a través de cada uno de los hermanos.

Siento que de muchas maneras el Señor me invita a abrirle esa puerta, pues Él es quien conoce cada una de mis necesidades. Los retiros me han servido para ir conociéndome y así también conocer la voluntad del Señor en mi vida. He ido descubriendo cada vez cosas nuevas y eso es lo maravilloso de la Iglesia, que siempre está innovando y buscando nuevas maneras de llamar a esa puerta de nuestro corazón, conociendo cada vez a las congregaciones y sus carismas. Es esa promesa del Señor en hacer milagros y cosas maravillosas en la vida de cada uno, invitando siempre a la perseverancia y no desfallecer ya que este es un camino de toda la vida. Pero siempre con la confianza en que los planes y los tiempos de Dios son mejores que los nuestros y de ahí lo relevante que se ha sentido el hecho de poder contar con el acompañamientos espiritual para así poder discernir con claridad las decisiones de vida. 

Veruska Barrios 
Santiago de Chile

“SI ELLA PUEDE, POR QUÉ YO NO?” Testimonio vocacional Hna. Genny Guevara Martínez, Religiosa Esclava de María Auxiliadora.

Mi nombre es Genny Guevara Martínez, Religiosa Esclava de María Inmaculada. Les contaré mi encuentro con Jesús que me cambió en 360 grados mi vida.
A mí me han gustado siempre las fiestas porque me encanta bailar, compartir, etc. Me encontraba estudiando en la Universidad de Chile, sede en Arica, la carrera de químico laboratorista, en segundo año. Y como decía me gustaban las fiestas que se hacían en casas de alguien. En una de esas fiestas, se me cruzó en la mente un pensamiento “como siempre bailando…”

Y de tanta fiesta perdí el año…y me vine a mi ciudad Vallenar a prepararme para dar la prueba actitud académica y postular a otra carrera… volví a dar catequesis en la parroquia y andaba con algún chico porque yo era muy polola…

En las vacaciones de invierno de ese año, vino de vacaciones una joven que fue catequista y había entrado a un convento, conversando con ella, me contaba lo lindo que era estar allí y que se encontraba tan bien…en mi mente se me cruzó esta frase: “Si ella puede, por qué yo no?”

Y siguiendo la idea me fui a conversar con la hna. Blanca, religiosa franciscana y le dije que me gustaría ser religiosa, recuerdo el día que se lo dije, fue la vísperas de la Trasfiguración del Señor, que regresábamos a la parroquia y ella me dijo que hiciera más oración y me invitó a un encuentro vocacional en Copiapó de un fin de semana.

Yo pensaba que ya me iba al convento y me despedí de toda mi familia y de amigos porque yo me iba hacer monja… llegué al encuentro que era mixto, y nos iban hablando temas referente a la vocación… algunos llevaban dos, o tres años yendo a esos encuentros. Yo decía ¡tengo que esperar tanto?… llegó el último día y cada uno debíamos regresar a nuestras casas… bueno me fui un poco triste porque yo me había despedido de todo mi mundo porque me iba a monja… a mi casa llegó una prima y venía a sacarme la idea de ser monja... pero yo le conté lo lindo que fue el encuentro y ella al verme la cara de felicidad ya no dijo nada. (Esto ella me lo conto más adelante)

Seguí en mi pueblo dando catequesis y mi mamá conversando con una amiga suya, que ya tenía una hija con las monjas de Caldera, las Esclavas de María Inmaculada, viviendo su experiencia vocacional. Le contó que yo quería ser monja y entonces ella le dijo mira que vaya a conocer a estas monjitas que son muy simpáticas y agradables. Así que me fui a Caldera a conocerlas, en ese tiempo andaba la Superiora General de la Congregación de las Esclavas de María Inmaculada, con su ecónoma visitando las casas en nuestra región, porque la otra estaba en Copiapó. Bueno allí las hermanas me mostraron lo que hacían; apoyaban en la pastoral de la parroquia, porque no tenían párrocos. Acompañaban la pastoral, el colegio parroquial Padre Negro y en la promoción de la mujer a través de talleres artesanales. Yo les conté que quería ser religiosa y de emoción me puse a llorar… fueron lágrimas de alegría y gozo. Me animaron y me dijeron si quería irme a España con ellas porque allí estaba la casa de formación yo les contesté que si porque en realidad lo único que quería era ser religiosa… durante esos días me llevaron a un pueblito, ellas lo misionaban y de regreso en el bus a Caldera una señora me preguntó ¿porque no bautizaban de adultos a los niños en nuestra iglesia?, como en los tiempos de Jesús. Y yo no supe que contestar, entonces me di cuenta que necesitaba conocer a Jesús para darlo a conocer.

Regresé a Vallenar a contarles a mis padres que me iría con esas religiosas a España pero como era menor de edad, tenía 20 años y la mayoría era 21… Mi papá me tenía que dar permiso notarial y así fue, pero saben cuándo yo les dije a mis padres que quería ser religiosa nunca se opusieron, yo tenía mi temor porque nunca le había comprado ni un chupete a mi papá, soy la mayor de seis hermanos y ellos me dieron todo lo que mejor pudieron. En mi formación académica estudié en un colegio de monjas en Vallenar, pero mi padre me contestó: -hija mi misión era criarte-…y eso me liberó y decidí irme. Bien cuando me despedí de mi papá él estaba friendo chicharrones en la casa, porque en ese tiempo teníamos carnicería, y al abrazar a mi papá nos fundimos en un abrazo que yo sentí sus entrañas como se movían y se echó a llorar. Nunca había visto llorar a mi papá, se me conmovió todo mi ser y el Señor me dio la fuerza para soltarme y no mirar atrás, porque creo que de lo contario tal vez me quedaba.

Y así hasta el día de hoy llevo junto a Jesús de Nazareth 35 años como hermana en la Congregación y soy feliz, cada día levantándome de mis caídas con la gracia de Dios, porque sé que él me escogió por esa voz interior “Si ella puede por qué yo no!”, que fue la que me empujó a seguir esa voz de Dios.

Mi mensaje para las chicas y chicos de hoy, es que el Señor tiene sus planes para nosotros…solo que debemos silenciarnos y así poder escuchar su voz y sin temor seguirla, que si él nos llama, allanará el camino
Entrevista realizada al hermano Luis Cisternas Aguirre, OFM.

¿QUÉ ES LA VOCACIÓN?
Yo diría que la vocación tiene que ver especialmente con un llamado totalmente gratuito, porque quizás muchas veces podemos pensar que nosotros nos merecemos aquel llamado, que tenemos ciertas características, cualidades, pero Dios nos llama porque Sí, nos llama por amor, para confiarnos una gran misión.
¿POR QUÉ TENEMOS QUE ORAR POR LAS VOCACIONES? ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE ORAR POR LAS VOCACIONES?
Quizás podríamos decir que orar por las vocaciones se contrapone a confiar en la misericordia de Dios que sigue llamando, pero precisamente por eso tenemos que orar, porque sabemos y confiamos que hay jóvenes que en estos momentos se están sintiendo llamados a consagrar la vida y precisamente tenemos que orar para que esos jóvenes se dispongan a ese llamado, para que puedan escuchar y decidirse a decir sí! Al señor Jesús.

¿CÓMO VIVES TU EN EL DÍA A DÍA TENER LA VOCACIÓN FRANCISCANA, SER FRANCISCANO?
Para mí, yo diría que es clave en mi vocación franciscana, religiosa, la comunión fraterna y personal con Jesús.
Moneda 1845, Santiago, Metro Los Hroes